Desgana, pecado capital de la era Galáctica y enterrada por la limpia de Capello, es el único atisbo de la "excelencia" anunciada en su día por Schuster. El Real Madrid volvió a la complacencia de otros tiempos en los que Adidas configuraba el once inicial en mayor medida que Queiroz o Luxemburgo y dejó el sudor para mejores tiempos.
Tras un fogonazo inicial de la Lazio, un afortuando remate del omnipresente Van Nistelrooy puso de cara un encuentro, que si bien no era definitivo, podría haber sellado medio billete a los octavos de final de la Champions. Lejos de aprovechar el respeto suscitado por la enseña blanca en el rival, los merengues comenzaron a manosear el balón sin verticalidad y a retrasar las líneas, dando la oportunidad al león para que se lamiera las heridas antes de asaltar de nuevo el foso romano. Pandev mostró las garras de un equipo tan carente de calidad como rebosante de garra, lo contrario al Madrid, que dejó de lado el papel de Máximo para asumir el de Cómodo.
Así, un centro de Zauri, peinado por Stenardo, precedió a la volea del búlgaro, que puso las tablas y embolicó a los visitantes. Lejos de la imagen ofrecida ante Atlético y Villareal, los pupilos de Schuster se sumen en un pozo de mal juego y rotaciones sin sentido cuando apenas se sobrepasa el mes de competición. Con Robben fuera de forma y Raúl en trance hacia una nueva búsqueda de la jubilación anticipada, Van Nistelrooy, recién salido de una lesión muscular, fue la bandera de una tripulación que naufragó ante las ganas del rival. Con Guti perdido en la soledad, y Sneijder en cuarto menguante, Diarra volvió a parecer la mole que se estorbaba con Emerson en los planteamientos de Capello. Así las cosas, sólo la parte de atrás rayó a un nivel óptimo, con Cannavaro adquiriendo galones junto a un voluntarioso Heinze que se diluyó con los minutos. Marcelo y Ramos cumplieron y Casillas, aún convalenciente ante el estrés sufrido ante el Getafe, volvió a salvar media docena de ocasiones, peccata minuta en sus habituales méritos.
En un despiste romanista, Raúl anduvo pillo para asistir a Van the Man, esa desgarbada avestruz que cuando divisa puerta convierte sus torpes zancadas en sinuosos contoneos. Así encaró al veterano Ballota, quien aguantó la salida hasta que creyó que el delantero holandés le ofrecía pasear de la mano con una sonrisa apaciguadora. Una vez se relajó, el ariete blanco picó suave el balón, como quien no quiere la cosa. 2-1, 52 goles en Champions -sin contar las previas- y otra vez oportunidad de matar. Y de nuevo, toque de queda. Repliegue inexplicable hasta que Diarra enviara una piedra a Guti, que encarnando su peor versión ácrata, regaló una contra que culimnó de nuevo Pandev.
Reaccionó Schuster, pero lo hizo tarde. Sacó a Raúl, desaparecido en combate .-su primoroso comienzo parece cada vez más un espejismo-, y Robben, para que Higuaín y Drenthe revolucionaran el partido, pero sin demasiado tiempo. El primero sufrió un claro penalti no señalado y el segundo remató al lateral de la red un centro de Ramos sobre la bocina. Empate corto si se aprecia la superioridad técnica de los españoles, aunque suficiente ante tanta apatía
FICHA TÉCNICA:
Tras un fogonazo inicial de la Lazio, un afortuando remate del omnipresente Van Nistelrooy puso de cara un encuentro, que si bien no era definitivo, podría haber sellado medio billete a los octavos de final de la Champions. Lejos de aprovechar el respeto suscitado por la enseña blanca en el rival, los merengues comenzaron a manosear el balón sin verticalidad y a retrasar las líneas, dando la oportunidad al león para que se lamiera las heridas antes de asaltar de nuevo el foso romano. Pandev mostró las garras de un equipo tan carente de calidad como rebosante de garra, lo contrario al Madrid, que dejó de lado el papel de Máximo para asumir el de Cómodo.
Así, un centro de Zauri, peinado por Stenardo, precedió a la volea del búlgaro, que puso las tablas y embolicó a los visitantes. Lejos de la imagen ofrecida ante Atlético y Villareal, los pupilos de Schuster se sumen en un pozo de mal juego y rotaciones sin sentido cuando apenas se sobrepasa el mes de competición. Con Robben fuera de forma y Raúl en trance hacia una nueva búsqueda de la jubilación anticipada, Van Nistelrooy, recién salido de una lesión muscular, fue la bandera de una tripulación que naufragó ante las ganas del rival. Con Guti perdido en la soledad, y Sneijder en cuarto menguante, Diarra volvió a parecer la mole que se estorbaba con Emerson en los planteamientos de Capello. Así las cosas, sólo la parte de atrás rayó a un nivel óptimo, con Cannavaro adquiriendo galones junto a un voluntarioso Heinze que se diluyó con los minutos. Marcelo y Ramos cumplieron y Casillas, aún convalenciente ante el estrés sufrido ante el Getafe, volvió a salvar media docena de ocasiones, peccata minuta en sus habituales méritos.
En un despiste romanista, Raúl anduvo pillo para asistir a Van the Man, esa desgarbada avestruz que cuando divisa puerta convierte sus torpes zancadas en sinuosos contoneos. Así encaró al veterano Ballota, quien aguantó la salida hasta que creyó que el delantero holandés le ofrecía pasear de la mano con una sonrisa apaciguadora. Una vez se relajó, el ariete blanco picó suave el balón, como quien no quiere la cosa. 2-1, 52 goles en Champions -sin contar las previas- y otra vez oportunidad de matar. Y de nuevo, toque de queda. Repliegue inexplicable hasta que Diarra enviara una piedra a Guti, que encarnando su peor versión ácrata, regaló una contra que culimnó de nuevo Pandev.
Reaccionó Schuster, pero lo hizo tarde. Sacó a Raúl, desaparecido en combate .-su primoroso comienzo parece cada vez más un espejismo-, y Robben, para que Higuaín y Drenthe revolucionaran el partido, pero sin demasiado tiempo. El primero sufrió un claro penalti no señalado y el segundo remató al lateral de la red un centro de Ramos sobre la bocina. Empate corto si se aprecia la superioridad técnica de los españoles, aunque suficiente ante tanta apatía
FICHA TÉCNICA:
Alineaciones:
Lazio: Ballotta; Behrami (Scaloni, m.66), Stendardo, Cribari, Zauri; Mudingayi, Ledesma, Mutarelli; Mauri (Del Nero, m.77); Pandev, Rocchi (Makinwa, m.66).
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Cannavaro, Heinze, Marcelo; Diarra, Guti; Sneijder (Drenthe, m. 88), Raúl (Saviola, m.83), Robben (Higuaín, m.77); Van Nistelrooy.
Árbitro: Frank De Bleeckere (BEL). Mostró cartulina amarilla a Heinze (m.65).
Incidencias: Partido de la segunda jornada, Grupo C, de la Liga de Campeones de Europa, disputado en el estadio "Olímpico" de Roma, ante la asistencia de unos 57.000 aficionados (unos setecientos españoles), con decenas de miles de banderas laciales regaladas hoy para la ocasión por un diario romano.
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