Tiempo de vacas gordas, presagio de austeridad venidera. El optimismo desatado por la estrategia de Mediapro de reventar el mercado de los derechos audiovisuales de los clubes de fútbol españoles y dar opio gratis al pueblo resulta tan arriesgado como imprevisible. Contratos estratosféricos, especialmente con Real Madrid y Barcelona, y el incipiente apoyo del gobierno en curso -vía pasividad en tomar medidas cautelares o vía permitiendo a TV3 piratear la señal en favor de la Sexta- en plena víspera electoral generan una incertidumbre con tintes de miedo si se añade el factor Prisa, el gigante 'intocable' que deja de serlo por sentirse desprotegido por un Ejecutivo que considera haber devuelto con creces el esfuerzo del 11-M -mediante la licencia a Cuatro para suplir a Canal Plus en la parrilla analógica. La estrategia a lo bonzo de la productora de Roures, es una apuesta sin contemplaciones, cuyo riesgo de calcinación recuerda el desplome de Kirch en Alemania.
Mediapro lucha contra el crono, en concreto contra el apagón analógico de 2010, toque de queda para ganar share a costa del fútbol, la Fórmula Uno y la Selección Española de baloncesto, y para ello no escatima en esfuerzos ni mide las consecuencias de sus actuaciones. El posible desplome de las cuatro ruedas por el fiasco de Alonso en McLaren, las previsibles medidas judiciales por saltarse a la torera el acuerdo suscrito en junio de 2006 con Sogecable y la imprevisible reacción de la audiencia ante el modelo de explotación de pago que deberá instaurar -como ya anunció Roures- si quiere rentabilizar tanto derecho de imagen, atisban un aluvión de posibles problemas que podrían incendiar una estrategia al más puro estilo germano. Y como en el país teutón, la primera víctima sería el desequilibrio presupuestario de los alegres bolsillos balompédicos, que sufrirían una pérdida de competitividad considerable para los grandes e irreversible para los modestos.
Mediapro lucha contra el crono, en concreto contra el apagón analógico de 2010, toque de queda para ganar share a costa del fútbol, la Fórmula Uno y la Selección Española de baloncesto, y para ello no escatima en esfuerzos ni mide las consecuencias de sus actuaciones. El posible desplome de las cuatro ruedas por el fiasco de Alonso en McLaren, las previsibles medidas judiciales por saltarse a la torera el acuerdo suscrito en junio de 2006 con Sogecable y la imprevisible reacción de la audiencia ante el modelo de explotación de pago que deberá instaurar -como ya anunció Roures- si quiere rentabilizar tanto derecho de imagen, atisban un aluvión de posibles problemas que podrían incendiar una estrategia al más puro estilo germano. Y como en el país teutón, la primera víctima sería el desequilibrio presupuestario de los alegres bolsillos balompédicos, que sufrirían una pérdida de competitividad considerable para los grandes e irreversible para los modestos.
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